Nosotros nada, yo.
La felicidad me embarga aún con el fantasma de la tristeza amenazando al ritmo de los diarios.
Me siento el más culpable, a momentos. A otros, el odio me llena y derramo bilis en forma de verbos y adjetivos -que se vaya todo a la mierda- me digo.
Quién nos heredó esto que se vislumbra. Soy culpable al no querer estar presente en la entrega de todo el vómito almacenado a lo largo de los años. ¿Acaso no es natural encontrar repugnante el estado de mi cuerpo?
¿Es hoy, éste y el siguiente un mes en el que deba sentirme orgulloso de mi patria? Pero si puedo observar las bombas explotando por los caminos que costaron tanto trazar, esos caminos que llevan a mi antigua escuela, al trabajo, al básico alimento diario. Esos hechos por mi viejo yo, por esas manos de tata, de bisabuelos que tenía.
Maldigo a –nosotros- por hacernos sentir esto, nos maldigo y condeno a la caída con la vaga esperanza de un renacimiento puro, no contaminado y alterado como el par de centenarios pasados. ¿Será mejor que evitemos el número 10 y que ahora en el 6 o el 7 hagamos las cosas por amor al hombre mexicano? Debimos haberlo hecho en el uno.
Y es que ahora no solamente los tres colores de fundación han sido corrompidos, no, para ellos ya no hay lágrimas, tiempo ha. Recientemente, háblese de años, uno a uno, el resto del prisma se ha oxidado y podrido, ya nada parece estar a salvo de la degeneración, de ese extraño mecanismo de liquidarme a mí mismo pero en otro cuerpo.
Ya no puedo ver los verdores del campo pues nuestras cataratas, cánceres del abuso, me nublan la excitación de cualquier estímulo óptico, humano, carnal, patriótico.
¿Por qué te matas patria?
¿Cómo te has dejado llevar así?
¿Qué pecado tan grave arrastras, padre, para pagar tan alto precio?
¿Qué no existe otra salida a tu entraña nauseabunda?
¿Acaso no queda el sitio impoluto? Madre tierra, mi muy respetada Coatlicue
¡responde si te compadeces de nosotros!
Me siento culpable y muy ofendido pues yo son ellos y ellos bien que soy yo. He sido de victoria a obrador de salinas, de vendedor cojo a la Santa, de la cruz. Calderas grandes, perfidias, cádenas y zorras de sembradío de un indio zapoteco. Todos somos yo. No quiero ya mentir con el pronombre, ellos, él y ella. Tú ni siquiera existes. Eso lo he reiterado hasta cansarme aunque erré crasamente, olvidé la otra mitad del círculo, esa que asciende.
Tú no existes pues ese soy yo. Y si tú no estás, tu plural nunca lo estuvo. No hay más de uno, no hay dogma en soy. Gao lo ha dicho, nosotros es el pronombre más débil, el más irresponsable. Ahí está mi peor daño.
No encuentro el momento en que declaré a lo ajeno como el remedio a mis males. Quizás mis tutores me esquinaron a estos enfermos caminos. Quizá mi patrón y el guía de mi espíritu erraron al enseñarme que debo esperar. Lo que es seguro es que siempre he sido yo el que ha aceptado.
Mejor ya la nueva crisis. A anular todos los pronombres del castellano excepto el “yo”.
Así, seré, ahora.
Seré todo y a ello deberé atenerme. Mujer, hombre y niño. Soñador y realista con ambas manos, izquierda y derecha en el trabajo. Soy prostituta, víctima, raptor y madre. Policía, salvador, pueblo y élite. De a pata, caballo y también rueda siendo. Soy yo, simplemente yo. Soy indígena de tierra y empresario de acero. Soy una gran escritora, soy alumno mío, maestra que alumbra. Soy el verdugo, virus y vacuna de mi cuerpo, soy YO y nadie, absolutamente nadie más que yo. Soy el pasado y seré lo que soy.
Y esta confesión declara y ventila mi padecimiento más terrible pero más bendito. Si me ignoro, muero en parte y contraparte. Si me reconozco, soy y me elevo con dolores y placeres en par. Soy esquizofrénico severo y así las cosas querido mío. ¿Por qué razón habría de ignorarlo y desahuciarme entonces teniendo deuda que pagarme?
Reconoser me debo.
Círculo he dicho, ella, él, tú; no son/somos, revés, yo soy.
Me siento el más culpable, a momentos. A otros, el odio me llena y derramo bilis en forma de verbos y adjetivos -que se vaya todo a la mierda- me digo.
Quién nos heredó esto que se vislumbra. Soy culpable al no querer estar presente en la entrega de todo el vómito almacenado a lo largo de los años. ¿Acaso no es natural encontrar repugnante el estado de mi cuerpo?
¿Es hoy, éste y el siguiente un mes en el que deba sentirme orgulloso de mi patria? Pero si puedo observar las bombas explotando por los caminos que costaron tanto trazar, esos caminos que llevan a mi antigua escuela, al trabajo, al básico alimento diario. Esos hechos por mi viejo yo, por esas manos de tata, de bisabuelos que tenía.
Maldigo a –nosotros- por hacernos sentir esto, nos maldigo y condeno a la caída con la vaga esperanza de un renacimiento puro, no contaminado y alterado como el par de centenarios pasados. ¿Será mejor que evitemos el número 10 y que ahora en el 6 o el 7 hagamos las cosas por amor al hombre mexicano? Debimos haberlo hecho en el uno.
Y es que ahora no solamente los tres colores de fundación han sido corrompidos, no, para ellos ya no hay lágrimas, tiempo ha. Recientemente, háblese de años, uno a uno, el resto del prisma se ha oxidado y podrido, ya nada parece estar a salvo de la degeneración, de ese extraño mecanismo de liquidarme a mí mismo pero en otro cuerpo.
Ya no puedo ver los verdores del campo pues nuestras cataratas, cánceres del abuso, me nublan la excitación de cualquier estímulo óptico, humano, carnal, patriótico.
¿Por qué te matas patria?
¿Cómo te has dejado llevar así?
¿Qué pecado tan grave arrastras, padre, para pagar tan alto precio?
¿Qué no existe otra salida a tu entraña nauseabunda?
¿Acaso no queda el sitio impoluto? Madre tierra, mi muy respetada Coatlicue
¡responde si te compadeces de nosotros!
Me siento culpable y muy ofendido pues yo son ellos y ellos bien que soy yo. He sido de victoria a obrador de salinas, de vendedor cojo a la Santa, de la cruz. Calderas grandes, perfidias, cádenas y zorras de sembradío de un indio zapoteco. Todos somos yo. No quiero ya mentir con el pronombre, ellos, él y ella. Tú ni siquiera existes. Eso lo he reiterado hasta cansarme aunque erré crasamente, olvidé la otra mitad del círculo, esa que asciende.
Tú no existes pues ese soy yo. Y si tú no estás, tu plural nunca lo estuvo. No hay más de uno, no hay dogma en soy. Gao lo ha dicho, nosotros es el pronombre más débil, el más irresponsable. Ahí está mi peor daño.
No encuentro el momento en que declaré a lo ajeno como el remedio a mis males. Quizás mis tutores me esquinaron a estos enfermos caminos. Quizá mi patrón y el guía de mi espíritu erraron al enseñarme que debo esperar. Lo que es seguro es que siempre he sido yo el que ha aceptado.
Mejor ya la nueva crisis. A anular todos los pronombres del castellano excepto el “yo”.
Así, seré, ahora.
Seré todo y a ello deberé atenerme. Mujer, hombre y niño. Soñador y realista con ambas manos, izquierda y derecha en el trabajo. Soy prostituta, víctima, raptor y madre. Policía, salvador, pueblo y élite. De a pata, caballo y también rueda siendo. Soy yo, simplemente yo. Soy indígena de tierra y empresario de acero. Soy una gran escritora, soy alumno mío, maestra que alumbra. Soy el verdugo, virus y vacuna de mi cuerpo, soy YO y nadie, absolutamente nadie más que yo. Soy el pasado y seré lo que soy.
Y esta confesión declara y ventila mi padecimiento más terrible pero más bendito. Si me ignoro, muero en parte y contraparte. Si me reconozco, soy y me elevo con dolores y placeres en par. Soy esquizofrénico severo y así las cosas querido mío. ¿Por qué razón habría de ignorarlo y desahuciarme entonces teniendo deuda que pagarme?
Reconoser me debo.
Círculo he dicho, ella, él, tú; no son/somos, revés, yo soy.
4 Comments:
WOW! Definitivamente tu ingenio y tu forma tan rebuscada y a la vez entretenida de escribir siguen progresando, ya tienes un estilo super marcado y excepcionl. Recordando que ya cumpliste o estas por cumplir el anio por alla. Rapido que pasa el tiempo y tantas cosas te han pasado. Gracias por compartirlas en este espacio, que la neta, es de poca madre!!!!
Besos y abrazos
Gracias por permanecer y dar compañía. Sí, ya para el año en este septiembre. Todo parece indicar que aquí seguiremos un rato más. De nuevo gracias. Besos de regreso.
Sin muchas palabras, solo dire, que que jodidamente de acuerdo.
Un abrazo, estamos lejos pero en los mismos lugares.
Hace mucho que no te leía. Me encantó tu texto, muy cierto y profundo. ¡Que esté todo muy bien por allá! Un abrazo
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