Tuesday, June 20, 2006

La comunicación certera

Y el dilema es, ¿Me habrá entendido? O más doloroso aún, ¿Logré hacerme entender?

Tengo varios-muchos defectos, sin duda, uno de ellos es el abuso del preámbulo. Sin él me siento por demás débil ante la confusión. Y la confusión es algo frustrante que está escrito como condena en el absurdo de Ionesco. Doblemos rodillas, bajemos un poquito la cadera y saltemos a un taxi que pasa justo en este momento por la calle. Observen pero no hablen para que disfruten la escena sin modificación alguna, va al natural.

Lo tomamos en Beijing a la 1:37 de la madrugada:

Nos detenemos en el semáforo, como tantas veces sucede, el taxista apaga el carro para esperar un minuto, no más. ¡¡¡Estos tipos de verdad que salieron más codos que mis conterruños!!! Sabemos que lo apaga por la gasolina y no por la paz auditiva de un Beijing que ni de noche duerme, pero por primera vez siento que puedo hablar al respecto, creo que ahora sí podría expresar un argumento cercano a la coherencia, existe la posibilidad de ser escuchado en esta ocasión. Me limpio la garganta, aquí vamos:

-Usted cuando espera en el semáforo ¿apaga el carro?.
-Sí. Contesta él extrañado.
-Dicen- le comentó de manera respetuosa -que al apagar el carro se

Demonios, no sé como se dice “gastar”, ni “consumir”, ni “eliminar”, ni “desaparecer” ni “acabar”. Ignoro como se dice “gasolina”, recuerdo uno de sus caracteres, piedra, ahhh no, ese es el de petróleo, cómo se dice. Bueno, utilizo mis manos para aclarar el punto, me pongo a señalar cosas como idiota diciendo también “agua” y “necesidad”. En fin, tras un minuto el chofer dio con mi idea,

-Gasolina.
-Correcto. Retomo la conversación:
-Gasolina, rápido, no hay.

El taxista ríe para después decir que no creía. Ese fue mi error por decir “dicen” y no hablar como los chinos, “esto es así”. Sigo con el ejercicio y cambio de estrategia. Ya que no puedo explicar por qué se gasta más gasolina al prender y apagar, dada la combustión de arranque, que al esperar minutos con el motor encendido, apelo entonces a la fiabilidad de mis fuentes:

-A mi papá le gusta mucho manejar- me doy cuenta que no es suficientemente fuerte mi argumento.
-Mi abuelo también adoraba los carros.

Él sabía arreglar los carros, lo que formulo en mandarín como: si el carro tiene una falla, él puede solo, ya no hay falla.

El taxista se comenzaba a interesar en mi elucubrado entramado de ideas.
Mi tío, de hecho, reconstruyó un carro desde la carrocería, aquel famoso Jeep: mi tío hizo un carro.

-Y tú sabes de eso- me pregunta.
-No, yo estudié otra cosa- y con ello me apunté un argumento más a la bolsa, de facto hice que mi padre, abuelo y tío hayan estudiado ingeniería automotriz. Cosa que me hubiera costado mucho ingenio, tiempo y palabras no indicadas mas relacionadas pues no tengo idea de cómo decir Ingeniero Mecánico.

El chofer meditó un poco más a conciencia mi afirmación. Yo reafirmé la conversación con una sentencia final,
Pruebe y lo verá.

El chofer asintió. ¿Qué habrá entendido? Peor aún, ¿A qué habrá asentido? Probablemente a que yo me haya callado la boca. Pero no debemos sentirnos mal por estas posibilidades, el mayor éxito que no debemos dejar eclipsarse es que hayamos dado con la palabra del día con mucho ingenio: Gasolina (气油, qiyou). Y que hayamos formulado un argumento personal “convincente” para intentar dar veracidad a una idea que de otra forma sería imposible discurrir en mandarín.